Por fin en la Vigilia del Domingo de Ramos (12.04.2014) se ha vuelto a abrir la Iglesia de Nava de la Asunción, tras permanecer cerrada al culto durante tres meses, debido a la remodelación del suelo del templo. 

A la inauguración asistieron: el Vicario General de la diócesis de Segovia, monseñor don Andrés de la Calle, el arcipreste de la zona don Francisco Jimeno, el párroco de la localidad don Casimiro Lamparski y numerosos feligreses que se congregaron a la eucaristía. 

Al finalizar la celebración, el párroco de la localidad agradeció a todos la asistencia y también a los que han colaborado en la realización de la obra.


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El Norte de Castilla: 23.02.14

Las obras en la iglesia siembran la discordia en Nava de la Asunción

El próximo día 21 se cumplirá un mes de la disolución de la junta económica parroquial de Nava de la Asunción. Las diferencias con el nuevo párroco local y la forma en que se están llevando a cabo las obras en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción han sido el detonante de una crisis sin precedentes en la parroquia de la localidad. Se trata de la primera vez, desde que se creara hace casi cuarenta años, que la junta económica parroquial se disuelve por la dimisión de sus miembros. La junta, formada por un grupo de laicos con el fin de administrar, junto a los sacerdotes, los bienes de la parroquia, estaba presidida por Alfonso Tapia, quien fuera alcalde de Nava durante ocho años. Entre sus miembros figuraba también Pedro González, maestro y juez de paz de la localidad durante años, Aurora Barbado y Javier Marugán, encargado este último de las cuentas de la parroquia. «Ha sido una decisión muy meditada porque siempre ha existido muy buena colaboración con todos los párrocos hasta ahora, siempre se ha puesto ilusión porque se hacía por los intereses de la parroquia», señala Alfonso Tapia. Para los dimisionarios, las obras en la iglesia han supuesto «la gota que colma el vaso» tras una serie de diferencias con el nuevo sacerdote, Casimiro Lamparsky. «Creemos que no era el momento de hacer las obras en la iglesia, casi más por motivos morales que económicos. En los momentos actuales puede llegar a parecer que es un derroche y quizás se tendría que tener un poco más de sensibilidad al hacerlas, se tendría que haber esperado a que los acontecimientos cambiaran», señala el expresidente. Otro de los hasta ahora componentes de la junta subraya que «jamás ha habido un problema con los curas anteriores, todo lo contrario, había armonía y se trabajaba y se luchaba por hacer cosas para la parroquia, pero ahora es todo 'ordeno y mando' y eso no se puede hacer. Esta situación se veía venir». El malestar de la junta económica se incrementó días antes de presentar la dimisión, al sentir que no se les informaba de lo que se iba a hacer en el templo. «Ni es el momento ni son las formas de afrontar esas obras, porque se requiere a alguien con conocimientos suficientes para afrontar imprevistos y soluciones correctamente, solventar dudas, una dirección técnica... Además, no se ha hecho una memoria valorada y no hay nadie que dirija las obras, al menos que se sepa, alguien capacitado que sepa los pasos adecuados que hay que dar en un edificio artístico como es la iglesia. Es que se ha metido una maquina, y allí hay fosas. Tanto en esta ocasión como en obras anteriores se han sacado huesos y nosotros comentamos que sería bueno tratar de identificar esas sepulturas, como un símbolo», comenta el ex presidente, quien detalla los motivos de su dimisión. «La hemos presentado porque no podemos hacernos responsables de unas obras realizadas de esta manera, aunque quizás algunos nos critiquen por dejarlo en este momento, pero es que el párroco, que acaba de llegar al pueblo, no se deja aconsejar por nadie». «Serenar los ánimos» De todos los componentes, el más veterano era Pedro González, quien llevaba 34 de sus 82 años en la junta, parte de ellos como secretario. Don Pedro, como le conocen todos en Nava, cree que «hay que dar tiempo al tiempo para ver si se serenan los ánimos» y recuerda que la junta se creó para aconsejar a los párrocos, «y que luego ellos tomaran las decisiones». El actual, afirma, «ha actuado así porque tiene potestad para hacer lo que le parezca, dice que hay dinero y como hay dinero pues se gasta, pero veremos a ver por dónde sale», señala el único de los cuatro componentes que no llegó a presentar la dimisión. «Yo intenté mediar, pedí que se reflexionara, que se reconsiderara la decisión de dimitir, pero al final la junta quedó disuelta; respeto la decisión del resto pero no la comparto, porque quizás se tendría que haber esperado un poco». Los fondos para sufragar las costosas obras del templo también han despertado desconfianza. «Según nos dijo, dinero hay, pero veremos de dónde lo saca, pues nunca ha habido déficit en la parroquia y desde hace dos años sí que lo hay, porque ha habido unos gastos extraordinarios que antes no eran normales», señala otro de los componentes de la junta, que coincide con sus compañeros en destacar la forma impecable que hasta la fecha se llevaba de las cuentas de la parroquia. El futuro parroquial pasa ahora por la convocatoria de una nueva junta, pero la anterior desconoce qué hará el obispo una vez informado de la disolución de la actual. «Está claro que no se puede estar sin junta parroquial», señalan. Aunque el párroco ya estaría barajando varios candidatos para crear una nueva junta, ha preferido no hacer pública su opinión y se ha remitido a las actas y a la finalización de las obras del templo, previstas para Semana Santa. Ante lo delicado de la situación parroquial, el alcalde de Nava de la Asunción, Santiago de la Cruz, ha preferido no inmiscuirse en la polémica como autoridad municipal. «Como alcalde no me meto, pero a nivel personal creo que lo ideal sería reconducir la situación con diálogo para llegar a un entendimiento por el bien de todos y de los que llevan muchos años metidos en la junta», señala. Visita junto al arquitecto El alcalde recuerda también su sorpresa cuando se enteró, casi por casualidad, de la disolución de la junta económica. En este sentido, considera que «quizás los miembros de la junta deberían haber puesto en conocimiento del obispo (Ángel Rubio) la situación parroquial». Además, coincide con todos ellos en el deseo de que las obras «salgan lo mejor posible por el bien del pueblo». Preguntado por la forma en que se están ejecutando los trabajos, el regidor señala que «la iglesia no está declarada Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que no ha sido necesario que se realice un informe arqueológico ni presentar el informe correspondiente». En cualquier caso, y aunque se mantiene al margen de la polémica, al ver que se estaba utilizando en el templo una máquina excavadora el alcalde personó en el templo acompañado por el arquitecto municipal. «Nos encontramos con que ya se había allanado todo tras retirar las dos tarimas, la más superficial y la más antigua, además de los rastreles. La máquina, al parecer, se usó para retirar la parte del suelo antiguo, que tenía baldosas», comenta el regidor, quien tampoco tiene conocimiento de la aparición de restos óseos de las sepulturas que se encuentran bajo el suelo y que, según les informaron, no se habían tocado. Tras la retirada de las antiguas tarimas numerosos vecinos se interesaron por ellas, y la mayoría acabó como leña de lujo para las estufas locales. De la Cruz coincide con los miembros de la junta en la «frialdad» de la piedra de Campaspero que se ha elegido para el nuevo suelo del templo, y recuerda que en caso de que se realizaran más modificaciones de las que se han solicitado en la licencia municipal, la parroquia tendría la obligación de comunicarlo al Ayuntamiento.

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